La valoración de empresas es una tarea que se realiza al inicio del proceso de venta de una empresa o para conocer su valor por múltiples razones o necesidades, reestructuración de capital, fusión, cesión de acciones, controversias, etcétera.
La lógica más elemental señala que es muy difícil concretar la venta de cualquier empresa, si su precio no se corresponde con las tendencias fundamentales de su mercado: oferta y demanda, interés y valor.
La referencia fundamental es siempre la que está dada por la interacción de oferta y demanda, además de las características propias y externas de la empresa objeto de la valoración.
De esta manera se posibilita la obtención de una cuantificación económica estimada, variable según fecha y lugar, válida en tanto las partes intervinientes en una operación lo hayan hecho con libertad, sin coacciones y habiendo contado con toda la información necesaria para concretar el negocio.
En la valoración de empresas la especulación altera y distorsiona la definición de «valor de mercado» de cada empresa que es el precio más probable que obtendría una empresa en un mercado competitivo y abierto que posibilite todas las condiciones necesarias para lograr una venta equilibrada respecto a los intereses de las partes.
Para mayor precisión, puede afirmarse que para lograr una transacción satisfactoria, comprador y vendedor deben actuar con prudencia y flexibilidad, suponiendo que el precio resultante de la negociación no sea afectado por estímulos indebidos.
Por cierto que el denominado valor de realización no es estático y se halla permanentemente influido por múltiples factores eventuales, como modalidades de pago, procesos recesivos o expansivos de la economía, condiciones crediticias, etc.
Además, la valoración de empresas es una «fotografía» de lo que el experto observa en el momento en que se analiza la empresa.
El técnico generalmente estima lo que ve en su análisis y no lo que está planificado y no realizado, esto podría entrar en los denominados activos intangibles (mas difíciles de valorar), ya que estas presunciones son mas pertinentes a los inversionistas.
En la actualidad, la demanda se muestra muy selectiva y exigente, favorecida por la multiplicidad de la oferta, por lo que se comercializan casi exclusivamente las empresas que los compradores consideran que se ofertan a precios ventajosos.
En un escenario tan complejo, no resulta entendible la actitud de algunos propietarios que, en lugar de solicitar una valoración de empresa profesional efectuada por un experto, optan por consultar con personas sin conocimientos básicos que sólo pueden aportan opiniones subjetivas, o buscan obtener una guía referencial en los avisos clasificados de los diarios o algún articulo encontrado en internet.
No se tiene en cuenta que aún si así fuera, una cosa son los precios en los que se oferta una empresa y otra muy distinta es el importe en que se termina vendiendo. Pero cada empresa es única y para poder hacer una comparación hay que tener la suficiente información de con quién se esta comparando.
Desde luego que ese proceder para determinar el aspecto más fundamental de toda transacción que es el precio, casi siempre tiene como resultado frustrar las posibilidades de comercialización, con la pérdida de tiempo consecuente.
Sorprendentemente, existe un criterio curioso respecto al valor que se le otorga a una empresa, ya que muchos propietarios consideran que aunque el precio que le adjudican no esté avalado por una valoración de empresa profesional y por ello resulte inadecuado o excesivo, van a conseguir igual un comprador que lo pague.
De algún modo, ese proceder implícitamente está menospreciando el criterio de los potenciales interesados, ya que muy difícilmente alguien decida comprar una empresa sin asesorarse previamente, o , por lo menos hacer una previa indagación del precio de oferta de empresas similares, por lo que con seguridad no avalará valores que estén fuera de los parámetros de un mercado en el que prevalece la oferta.
No se tiene en cuenta el principio básico de elaboración de los precios, el que sólo están capacitados para establecer los bróker de negocios o empresas, quienes no sólo son idóneos técnicamente, sino que su tarea habitual los hace estar constantemente en contacto con la oferta y la demanda, de las cuales surgen los valores de realización.
¿Que puede suceder si el precio ofertado no es el adecuado?
Entonces ¿cuál puede ser el resultado de optar por estos criterios a la hora de determinar el aspecto más fundamental de toda transacción, que es el precio? Casi siempre frustrar las posibilidades de comercialización.
Es importante analizar la estrategia a la hora de fijar el precio de la empresa pues en ocasiones cuando su precio no se corresponde a mercado, puede espantar a inversores que no se toman en serio la operación, y se pongan a estudiar otras opciones.
Desde luego, una cosa es el dinero invertido en una empresa o negocio, que representa un factor referencial y otra muy diferente es el precio al que se termina negociando, que depende también de la cantidad y calidad de la demanda que merezca, lo que en definitiva decide el importe de la transacción.
En Grupo Kaizen conseguimos maximizar el precio de una empresa generando competencia entre los inversores interesados, en ocasiones dando lugar a una «guerra de pujas».
En un contexto económico imprevisible como el actual, sujeto a fuertes variaciones en plazos breves (Nacionalismos, etc..), situación recesiva de la demanda, y fuerte presión impositiva, la difícil tarea de tasar sólo puede confiarse a los profesionales quienes se encuentran capacitados en virtud de su tarea habitual, que los hace estar constantemente en contacto con la oferta y la demanda, principios básicos de elaboración de los precios.
En la valoración de una empresas no se puede inventar ni improvisar un valor. Y si el precio no responde al mercado, la venta simplemente se retrasara, con el deterioro generado en ciertas ocasiones, hasta que se ajuste a mercado.
¿Por que es importante contar con una valoración de empresa profesional?
Es duro tener que afrontar uno solo la venta de una empresa, pues generalmente no sabemos bien como empezar, y si con mas ímpetu que convencimiento uno tímidamente comienza aun arriesgo de descuidar la atención de su empresa, y después de un tiempo ve que su propósito esta lejos de realizarse, no llega a saber por que motivos no logra concretar la venta, y su desesperación puede conducir a vender por un precio muy alejado de sus pretensiones, sin saber si encargándolo a profesionales hubiera ahorrado tiempo, disgustos, y haber conseguido maximizar el precio.
Eso sin tener en cuenta las consecuencias irreparables que puede generar con empleados, proveedores y clientes, no tener un proceso informativo pautado que preserve la confidencialidad.
En ocasiones algunos empresarios, deciden poner su empresa a la venta para tratar de recuperar la inversión y no ajustando su valor a mercado, perpetuando el deterioro y alejándose de una recuperación de la inversión óptima.
Tener un informe de valoración de empresa es un documento que justifica su valor y es además de una guía que nos ayude a planificarnos, un elemento de negociación mas solido y consistente, que ayude a poder obtener un precio justo por nuestra empresa.